En el artículo Reflexiones de fin de curso. Primera parte: Las dificultades, he escrito sobre las diferentes dificultades que me he encontrado este año como maestra de inglés en una escuela pública; y ahora, con este artículo, pretendo organizar mis propias ideas para marcarme algunos objetivos de mejora de cara al próximo curso. Y si algunas de mis ideas son aplicables a vuestra situación y pueden serviros de ayuda, mucho mejor.
Este año me he sentido muy incómoda a la hora de evaluar a mis alumnos, y esto se debe a que la metodología de enseñanza tradicional que he aplicado en mis clases así como los instrumentos de evaluación que he utilizado no eran correctos. Lamentablemente, creo que no es una cuestión que me afecte a mí individualmente, sino que está presente en muchos docentes. Para mejorarlo, quiero cambiar dos elementos estrechamente relacionados que afectan a los cimientos profundos de las prácticas educativas que yo siempre he observado y realizado. Estoy segura de que el cambio será más duro de lo que yo ahora alcanzo a imaginar.
Por un lado, mi primer objetivo será trabajar por proyectos. Seguramente, al principio, no podré utilizar esta metodología durante todo el curso pero, al menos, quiero probarlo el año que viene. Espero que este cambio repercuta tanto en la motivación de mi alumnado como en el desarrollo de sus habilidades lingüísticas, organizativas y sociales. Además, durante este curso he sido testigo de cómo un colega de profesión ha utilizado esta metodología con sus alumnos y he podido comprender (aunque sea parcialmente) el proceso de desarrollo de los proyectos, observar el alto grado de implicación de los alumnos y comprobar el nivel de adquisición de los conocimientos investigados.
Por otro lado, tengo que cambiar mi sistema de evaluación actual que prácticamente se basa en pruebas escritas sobre los contenidos tratados. Aunque he intentado evaluar la actitud y las competencias demostradas en clase, con el modelo de enseñanza utilizado, me ha sido prácticamente imposible. Y en ese sentido, creo que el trabajo por proyectos me puede ayudar. Espero que esta metodología didáctica me proporcione diversas herramientas de evaluación más precisas que, por supuesto, no se limiten a saber si el alumno ha entendido la gramática de la lengua o si se sabe el vocabulario del tema. De hecho, el objetivo máximo de aprender idiomas debe ser siempre el desarrollo de las diferentes destrezas lingüísticas en situaciones reales para que el alumno sea capaz de ponerlas en práctica cuando lo necesite en su vida.
Cambiar el sistema de evaluación no quiere decir que nunca más vaya a hacer exámenes. Al contrario, yo creo que los exámenes son necesarios porque obligan a los estudiantes a acabar de fijar los conocimientos adquiridos durante el desarrollo de los proyectos, ya que, en mi opinión, la memorización es la última fase del aprendizaje. Por ejemplo, ¿de qué sirve hacer un proyecto cuyo objetivo sea saber comprar alguna prenda de vestir en un establecimiento comercial si al final el alumno no es capaz de recordar ni el vocabulario ni las estructuras lingüísticas utilizadas para ello? Si en algún momento se encontrara en esa situación en su vida cotidiana, estaría únicamente a merced de su memoria.
Por un lado, mi primer objetivo será trabajar por proyectos. Seguramente, al principio, no podré utilizar esta metodología durante todo el curso pero, al menos, quiero probarlo el año que viene. Espero que este cambio repercuta tanto en la motivación de mi alumnado como en el desarrollo de sus habilidades lingüísticas, organizativas y sociales. Además, durante este curso he sido testigo de cómo un colega de profesión ha utilizado esta metodología con sus alumnos y he podido comprender (aunque sea parcialmente) el proceso de desarrollo de los proyectos, observar el alto grado de implicación de los alumnos y comprobar el nivel de adquisición de los conocimientos investigados.
Por otro lado, tengo que cambiar mi sistema de evaluación actual que prácticamente se basa en pruebas escritas sobre los contenidos tratados. Aunque he intentado evaluar la actitud y las competencias demostradas en clase, con el modelo de enseñanza utilizado, me ha sido prácticamente imposible. Y en ese sentido, creo que el trabajo por proyectos me puede ayudar. Espero que esta metodología didáctica me proporcione diversas herramientas de evaluación más precisas que, por supuesto, no se limiten a saber si el alumno ha entendido la gramática de la lengua o si se sabe el vocabulario del tema. De hecho, el objetivo máximo de aprender idiomas debe ser siempre el desarrollo de las diferentes destrezas lingüísticas en situaciones reales para que el alumno sea capaz de ponerlas en práctica cuando lo necesite en su vida.
Cambiar el sistema de evaluación no quiere decir que nunca más vaya a hacer exámenes. Al contrario, yo creo que los exámenes son necesarios porque obligan a los estudiantes a acabar de fijar los conocimientos adquiridos durante el desarrollo de los proyectos, ya que, en mi opinión, la memorización es la última fase del aprendizaje. Por ejemplo, ¿de qué sirve hacer un proyecto cuyo objetivo sea saber comprar alguna prenda de vestir en un establecimiento comercial si al final el alumno no es capaz de recordar ni el vocabulario ni las estructuras lingüísticas utilizadas para ello? Si en algún momento se encontrara en esa situación en su vida cotidiana, estaría únicamente a merced de su memoria.
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